El golf español en los Juegos Olímpicos de Japón
Resultados discretos en Japón, puestos 29 y 38 de Carlota Ciganda y Adri Arnaus
Tras los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, donde se estrenó tras 112 años de ausencia, el deporte del golf volvió a tener un gran protagonismo en la siguiente cita olímpica, Tokio 2020, afectada seriamente por la pandemia del Covid, que obligó a retrasar un año su celebración en la capital japonesa.
Las expectativas eran muy elevadas, pero la decepción acabó apoderándose de la actuación española. Efectivamente, no fueron, desde luego, las dos mejores semanas para el golf español. La ilusión creada en los meses previos a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 de la mano, fundamentalmente, de Jon Rahm, que se presentaba como número 1 del mundo, se desmoronó con el positivo por Covid del jugador vasco apenas seis días antes del inicio de la competición.
El empeño y la ilusión de Carlota Ciganda, Adri Arnaus, Azahara Muñoz y Jorge Campillo –sustituto de última hora de Jon Rahm– no fue suficiente para aportar a la delegación española un premio, ya fuese en forma de medalla o de diploma. Tocaba, no quedaba otra, pensar en París.
La prueba masculina, gafada de inicio
La historia de la delegación española de golf en Tokio estuvo marcada de forma ineludible por la baja de última hora de un Jon Rahm que llegaba lanzado a la cita olímpica, en un estado de forma tremendo, apenas unas semanas después de alzarse con su primer ‘major y con la ilusión disparada. “Uno de mis grandes objetivos deportivos es sumar un oro para el deporte y el golf español”, decía.
El sábado previo a la competición los aficionados se desayunaban con la noticia de ese positivo tan inesperado, toda vez que había superado la enfermedad apenas un mes y medio antes. Jorge Campillo ejerció de sustituto del vasco con enorme predisposición pero sin tiempo para sacudirse el lógico jet lag.
El torneo, no obstante, comenzó de forma ilusionante para la representación española, ya que Adri Arnaus se estrenaba en Kasumigaseki Country Club con una provechosa ronda de -3 y Jorge Campillo añadía un buen -1. En la segunda jornada el barcelonés aguantó el tipo con otra ronda bajo par (-2) que le mantenía a una distancia asequible de la zona de medallas, gobernada en todo momento por el norteamericano Xander Schauffele, pero el cacereño se caía con un +4.
El adiós de Adri Arnaus a las medallas, y prácticamente a los diplomas, se produjo en la tercera jornada, en la que despachó un 74 (+3). “Día duro. En la primera parte no me salía nada, mi juego no estaba muy allá. Aun así, hubo momentos en los que veía que podía revertir la situación y así fue en el hoyo 12, donde empecé a jugar más ordenado. Me queda darlo todo el último día”, apuntaba un desolado Adri Arnaus en casa club.
Todo casta, el catalán, muy metódico en toda la preparación de la prueba, cumplió con su palabra y se despidió desde el puesto 38 con la mejor tarjeta española en los Juegos, un 67 (-4) que endulzó ligeramente el rictus de la delegación. Jorge Campillo, por su parte, cerró la experiencia desde la quincuagésimo novena plaza.
En la parte superior de la tabla, las medallas fueron acaparadas por el norteamericano Xander Schauffele, el esloveno Rory Sabbatini y el taiwanés C. T. Pan, con -18, -17 y -15.
Dificultades españolas también en la competición femenina
Cuatro días después de la finalización de la competición masculina pincharon bola sesenta jugadoras en el mismo recorrido. El minucioso plan de preparación elaborado brilló en la primera jornada, en la que Carlota Ciganda (-3) se aupó a la cuarta plaza y Azahara Muñoz aguardaba en la séptima. No obstante, las cosas se torcieron sólo un día después.
Las dos golfistas españolas concluían sobre par y se alejaban de las primeras posiciones, en las que comenzaban a coger sitio algunas de las Top 10 mundiales. Sendos inicios complicados, unidos a la falta de acierto con el putt, comprometieron seriamente sus opciones en un torneo sin apenas margen para el error.
En la tercera jornada la casta de Carlota Ciganda, corajuda como siempre ha sido, le concedía una segunda tarjeta bajo par. Esa secuencia final birdie-eagle-birdie retrataba el camino a seguir en los últimos 18 hoyos, en los que siendo realistas el diploma (ocho primeras) era el objetivo más optimista para la de Ulzama.
Entre amenazas de tifones y temporales, Carlota Ciganda concretó una ronda final de notable, de 69 impactos (-2), con la que amarraba un puesto de Top 30 –puesto 29 exactamente– y, de paso, se despedía con sonrisa modesta de uno de sus principales retos de la temporada.
Al tiempo, Azahara Muñoz, puesto 50 final, se marchó sin terminar de corregir la mira en el juego corto. “Venía entrenando muy bien y con muchas ganas”, se lamentaba la andaluza.
Al igual que en categoría masculina, el torneo contó con un final apasionante resuelto, por tan solo un golpe de ventaja, a favor de la estadounidense Nelly Korda. La japonesa Mone Inami y la australiana Lydia Ko se repartieron las medallas de plata y bronce.
Antes de bajar definitivamente el telón de estos Juegos, Carlota Ciganda dejó unas palabras a mitad de camino entre la reflexión y el recordatorio que resumen el sentir con el que las jugadoras españolas dijeron adiós a esta segunda cita olímpica: “Los Juegos son una experiencia increíble, me gusta mucho representar a España. Ojalá pueda estar dentro de tres años en París luchando por una medalla”. Lo dicho, en tres años, sólo tres años después, París ofrece la revancha.
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