Pablo Larrazábal con el triunfo a tiro en Baréin
Tras un comienzo dubitativo, el de Barcelona se rehízo para situarse segundo empatado a un solo golpe del líder, Callum Tarren. Cantero, décimo empatado a tres golpes del liderato.
Un cagazo de los de toda la vida. Lo que en Argentina llaman un cagazo.
Eso fue lo que nos “regaló” esta mañana con los dos primeros hoyos de Pablo Larrazábal. Dos bogeys seguidos, de desayuno, hicieron que algunos dudasen si seguir mirando…
Pero, queridos amigos, estamos hablando de una leyenda (coleante) del golf europeo con 447 torneazos a sus espaldas. Nos declaramos culpables. Por un pequeño momento, nos dejamos llevar por las dudas y el miedo se apoderó de nosotros. Lección aprendida.
Lo único que nos calmó durante los momentos de tormenta, fue fijarnos en el polo tan chulo de 11am golf que lucía Pablo hoy. Verde oliva.
Pablo no tardó más que siete hoyos en arreglar el lío con dos birdies salvadores (y celebrados como goles de la selección) llegando a los nueve segundos tal y como había comenzado la ronda. Ni tan mal. Respiramos. Cagómetro apagado.
En los segundos nueve, tres pares seguidos para empezar y birdies en los hoyos trece y quince. Dos bajo par al terminar los dieciocho.
La vuelta de Pablo, ha tenido dos momentos estelares. El primero es el segundo golpe del hoyo 5 que, además, sigue a un desafortunado putt en el green del cuatro que debió ser birdie. Como verán en el vídeo de la jugada, es el claro ejemplo de por qué se utiliza la expresión “Spanish Hands” para reconocer el brillante y creativo juego corto de los jugadores españoles. Es marca de la casa. Y, si hay alguien que domina ese arte, ese es Pablo Larrazábal. La jugada ha sido elegida como una de las que “hay que ver” de la jornada.
El segundo momento de la vuelta de Larrazábal ha sido en el hoyo quince en donde, además, se le ha visto sacando el puño y celebrando con rabia. No era para menos. El lance es, hablando de manera coloquial, un purazo de unos quince metros incluidos todos y cada uno de sus centímetros.
Atendía Pablo a los micrófonos del DP World Tour y resumía su vuelta diciendo que el comienzo había sido movidito con esos dos bogeys pero que el putt que había embocado en el tercer hoyo (de unos tres metros y medio) le había hecho darse cuenta de que aún quedaban 15 hoyos por jugar en el día y otros dieciocho al día siguiente. Añadía que sentía que el putter no había estado funcionando como él quiere, tanto hoy como en la jornada de ayer.
Calma. Eso es lo que Pablo obtuvo en el green del tres y, seguramente, era lo que más necesitaba en ese momento. Aunque el verdadero momento en el que encontró la paz fue cuando en el hoyo quince pudo ver en las pantallas que el líder del torneo había bajado de -16 a -13 dándose cuenta de que él estaba solamente a dos golpes. Y, a continuación, el purazo. ¡Qué importante es la cabeza en el deporte de élite!
Explicaba Pablo que ojalá pudiesen tener a la vista la clasificación del torneo en todo momento porque le gusta competir y saber en todo momento cómo va la tabla y dónde se encuentra él con respecto al resto a qué distancia en golpes.
Y, mañana, ¿qué?. Reconocía que independientemente de la pila de torneos que lleva a sus espaldas, todavía siente los nervios de estar cerca de poder hacer algo enorme mañana. Y explicaba que siente nervios porque le importa lo que hace. Le importa competir y aún tiene hambre de victorias pese a que ya lleva nueve en su palmarés. “No hay nada mejor que ganar un torneo de golf”, sentenciaba.
Lo primero que decía Pablo es que llegar al domingo a uno o dos golpes del líder y saber que vas a jugar durante la tarde es algo que siempre sienta bien y que, a él le encanta.
Pronosticaba viento y deseaba que soplase todo lo fuerte que sea posible porque a él, esas condiciones le van de lujo. ¡Ojalá sople como el lobo feroz de los tres cerditos!
Además, decía que para él la clave va a ser empezar bien pronto y llegar en una buena posición a los últimos nueve y, si “durante esos nueve hoyos finales el viento sopla, me irá bien”.
Mañana, Pablo sale en la penúltima partida con Francesco Laporta a las 09:00 hora peninsular, una hora menos en el archipiélago más bonito del mundo. No se lo pierdan.
Mañana, como decía aquel que nació en el Mediterráneo, puede ser un gran día.
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